jueves, 16 de septiembre de 2010

¿Estaba Jesús soltero, casado o viudo?


Los datos que nos preservan los evangelios nos
dicen que Jesús desempeñó su oficio de artesano en
Nazaret (Mc 6,3) y que cuando tenía unos treinta años
inició su ministerio público (Lc 3,23). Durante el
tiempo que lo ejerce hay algunas mujeres que le siguen
(Lc 8,2-3) y otras con las que mantiene amistad (Lc
10,38-42). Aunque en ningún momento se nos dice
que fuera un hombre célibe, casado o viudo, los
evangelios se refieren a su familia, a su madre, a sus
“hermanos y hermanas”, pero nunca a su “mujer”. Este
silencio es elocuente. Jesús era conocido como el “hijo
de José” (Lc ,23; 4,22; Jn 2,45; 6,42) y, cuando los
habitantes de Nazaret se sorprenden por su enseñanza,
exclaman: “¿No es éste el artesano, el hijo de María, y
hermano de Santiago y de José y de Judas y de Simón?
¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?” (Mc
6,3). En ningún lugar se hace referencia a que Jesús
tuviera o hubiera tenido una mujer. La tradición jamás
ha hablado de un posible matrimonio de Jesús. Y no lo
ha hecho porque considerara la realidad del
matrimonio denigrante para la figura de Jesús (quien
restituyó el matrimonio a la dignidad original, Mt
19,1-12) o incompatible con la fe en la divinidad de
Cristo, sino simplemente porque se atuvo a la realidad
histórica. Si hubiera querido silenciar aspectos que
podían resultar comprometedores para la fe de la
Iglesia, ¿por qué trasmitió el bautismo de Jesús a
manos de Juan el Bautista, que administraba un
bautismo para la remisión de los pecados? Si la
primitiva Iglesia hubiera querido silenciar el
matrimonio de Jesús, ¿por qué no silenció la presencia
de mujeres concretas entre las personas que se
relacionaban con él?
Aunque en ningún momento se nos
dice que fuera un hombre célibe,
casado o viudo, los evangelios se
refieren a su familia, a su madre, a
sus “hermanos y hermanas”, pero
nunca a su “mujer”.
A pesar de esto, se han venido difundiendo algunos
argumentos que sostienen que Jesús estuvo casado.
Fundamentalmente se aduce a favor de un matrimonio
de Jesús la práctica y doctrina común de los rabinos
del siglo I de nuestra era (para el supuesto matrimonio
de Jesús con María Magdalena, ver ¿Qué relación tuvo
Jesús con María Magdalena?). Como Jesús fue un
rabino y el celibato era inconcebible entre los rabinos
de la época, tuvo que estar casado (aunque había
excepciones, como Rabí Simeón ben Azzai, quien, al
ser acusado de permanecer soltero, decía: “Mi alma
está enamorada de la Torá. Otros pueden sacar
adelante el mundo”, Talmud de Babilonia, b. Yeb.
63b). Así pues, afirman algunos, Jesús, como cualquier
judío piadoso, se habría casado a los veinte años y
luego habría abandonado mujer e hijos para
desempeñar su misión.
La respuesta a esta objeción es doble:
1) Existen datos de que en el judaísmo del siglo I se
vivía el celibato. Flavio Josefo (Guerra Judía 2.8.2 &
120-21; Antigüedades judías 18.1.5 & 18-20), Filón
(en un pasaje conservado por Eusebio, Prep. evang.
8,11.14) y Plinio el Viejo (Historia natural 5.73,1-3)
nos informan que había esenios que vivían el celibato,
y sabemos que algunos de Qumrán eran célibes.
También Filón (De vita contemplativa) señala que los
“terapeutas”, un grupo de ascetas de Egipto, vivían el
celibato. Además, en la tradición de Israel, algunos
personajes famosos como Jeremías, habían sido
célibes. Moisés mismo, según la tradición rabínica,
vivió la abstinencia sexual para mantener su estrecha
relación con Dios. Juan Bautista tampoco se casó. Por
tanto, siendo el celibato poco común, no era algo
inaudito.
2) Aun cuando nadie hubiera vivido el celibato en
Israel, no tendríamos que asumir por ello que Jesús
estuviera casado. Los datos, como se ha dicho,
muestran que quiso permanecer célibe y son muchas
las razones que hacen plausible y conveniente esa
opción, precisamente porque el ser célibe subraya la
singularidad de Jesús en relación al judaísmo de su
tiempo y está más de acuerdo con su misión.
Manifiesta que, sin minusvalorar el matrimonio ni
exigir el celibato a sus seguidores, la causa del Reino
de Dios (cf. Mt 19,12), el amor de y a Dios que él
encarna, está por encima de todo. Jesús quiso ser
célibe para significar mejor ese amor.

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